viernes, 3 de agosto de 2018

FERIA DE SAN MARCOS 1992: QUÉ TAN DIFERENTE ERA


Hablar de la Feria de San Marcos es hablar de una de las fiestas tradicionales más importantes no solo de Aguascalientes, sino también de todo México. Y mi primera Feria de San Marcos tuvo lugar en 1992.

En los lejanos años 80s y 90s, al no existir Internet, podías llegar a cualquier destino del país y conseguir hospedaje en cualquier tipo de hotel sin necesidad de haber hecho una reservación previa. Esto, sin embargo, no me funcionó para la Feria de San Marcos, lo que me obligó a mantenerme despierto hasta las 6 de la mañana en las propias atracciones de dicha feria. Y lo digo en serio. Mantenerte despierto hasta las 2, 3 o hasta las 4 de la mañana en un ambiente de fiesta es relativamente sencillo. Pero cuando todo empieza a decaer y solo quedan ya sea puestos de tacos o grupitos de personas en plena borrachera, la diversión deja de ser tal (sobre todo cuando viajas solo, como era mi caso).

Pero antes de meterme de lleno en las anécdotas, responderé a la pregunta que plantea el título de este post: ¿qué tan diferente era la Feria de San Marcos en aquella época? La verdad es que era tan similar como diferente. Similar, porque al igual que ahora, había pirotecnia (impresionante, por cierto), espectáculos populares, cantantes famosos, baile, alcohol, comida. Diferente, porque, a diferencia de ahora, la feria era mucho más auténtica.

Si pudiera describirla en pocas palabras, podría decir que era una feria tradicional, pero de grandes proporciones. Todo estaba organizado en carpas, puestos grandes, puestos chicos, localitos, como si se tratara de un mega tianguis, un mega bazar o un mega mercado sobre ruedas. Carpas y telas de plástico de colores muy vivos, chillantes, además de marchantes, taqueros y merolicos.

Con decirles que hasta el “antro” era un puesto más de aquel megamercado: pagabas una cantidad módica de dinero, te daban un valecito de cartulina verde con un sello de abejita o algo así… y ya… pasabas al interior de una carpa donde habían montado un par de bocinas y te ponías a bailar con la primera chica que te latía (aunque ya lo he dicho en otros posteos, lo vuelvo a repetir aquí: antes de que la música electrónica te permitiera bailar solo sin prejuicios, lo normal era sacar a bailar a alguien).

Hoy, esta imagen se reserva solo a las fiestas tradicionales de pequeños poblados, pero nunca más para la gran feria de Aguascalientes. Y aquí es donde está la gran diferencia: el branding, la mercadotecnia, el patrocinio de grandes marcas, así como eventos y activaciones para promover determinado producto o determinada bebida.

Antros, bares y restaurantes de diseño espectacular, construidos, armados y ensamblados específicamente para la Feria, con detalles de vanguardia, jardineras, luces de neón y, por encima de todo, marcas… todo construido alrededor de una marca concreta: Jack Daniels, Bacardí, Don Julio, etc (la gran ventaja de tener un blog no tan conocido es que puedo mencionar las marcas que yo quiera, jejeje).

El punto es que antes no era así y en esa Feria concreta de 1992, alrededor de las tres de la mañana, me hallaba yo, gastando lo del hotel en el que no pude hospedarme en antros improvisados, algunas copas (nunca he tomado mucho) y mucha comida. Pero entre las cuatro y las seis, solo, con los antros de baile cerrados, sin ganas de tomar o de comer y sin teléfono celular (tampoco existía), no te quedaba más que adoptar el papel de sociólogo improvisado, sentarte a contemplar tu entorno y analizar el comportamiento de los demás.


Afortunadamente, alrededor de las siete de la mañana, abrieron los tradicionales baños públicos y pude darme un delicioso regaderazo, antes de tomar el camión que me llevó directamente a la Ciudad de México. 

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