He mencionado varias veces que, en mis veintes, nunca
pensé escribir un blog y hoy viene muy al caso en el sentido de que no tengo
ninguna fotografía de mi visita a estos bellos lugares. Vale la pena, sin
embargo, tratar de retratarlos a través de palabras, esperando que de este blog
pasen directamente a You Tube para tener una referencia visual de lo que es
este poblado y su cercana zona arqueológica.
A diferencia de muchos de mis accidentados viajes de los
90s, este fue en realidad muy tranquilo y no tuvo mayores peripecias. Si acaso
decir que fue un viajecito no planeado que se decidió durante un desayuno con
amigos que derivó en un breve recorrido por carretera con rumbo al cercano
Estado de México.
Cierto, no es un Pueblo Mágico, pero sí entra en la
clasificación de Pueblos con Encanto, que es en todo caso lo más cercano.
Comimos unos tacos de barbacoa en el área de comidas de su mercado municipal,
paseamos por su placita central, sus jardines floreados y algunas de sus
callejuelas, para acabar visitando a los parientes de una de mis amigas,
quienes nos invitaron una copita para amenizar la plática. Una casa muy bonita,
por cierto, colonial, con sus arcos, su patio-jardín y su capilla.
Teotenango, por su parte, es una pequeña pero interesante
zona arqueológica ubicada por encima de una loma y que data de los últimos años
de la civilización teotihuacana. Quizá no tenga la grandeza de Teotihuacán,
pero eso no quita que visitarlo valga mucho la pena porque cuenta con varios
monumentos y estructuras interesantes.
Y ya… no tengo más que contar sobre el lugar. Regresamos
por la tarde a la Ciudad de México y quedó en mis recuerdos como un bonito
sábado que de vez en cuando me sugiere regresar.
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