miércoles, 18 de julio de 2018

SAN LUIS POTOSÍ 2018: MONUMENTOS, ENCHILADAS Y CHOCOLATE PARA DARSE MUCHO GUSTO


Hablar de San Luis Potosí es hablar de esplendor en cantera rosa, algo así como Zacatecas, pero diferente. Una ciudad señorial, distinguida, que no esconde ni disimula su antiguo esplendor.

Es hablar de una Catedral barroca y neoclásica a la vez, de una Plaza del Carmen con su fachada churrigueresca que convive con el majestuoso Teatro de la Paz y el Museo Nacional de la Máscara, de una hermosa Plaza de Aranzazú, de su emblemática Caja de Agua y un sinnúmero de atractivos coloniales que sería imposible enumerar en un solo posteo.

Vale la pena tomársela con calma y dedicarle dos o tres días para visitar sus principales museos, incluyendo el recién inaugurado recinto dedicado a Leonora Carrington dentro del Centro de las Artes de San Luis, antigua penitenciaría, además de disfrutar las insuperables enchiladas potosinas, acompañadas siempre de su doble guarnición de guacamole y frijoles refritos.

Tomarse fotos frente a sus monumentos emblemáticos es prácticamente obligado y eso incluye las figuras de bronce que recuerdan al visitante que en Semana Santa es la famosa y reconocida Procesión del Silencio de San Luis Potosí. 

Para un presupuesto promedio, vale la pena hospedarse quizá en el Hotel Gante, frente al cual puede disfrutarse un tradicional chocolate de “La Frontera”, si bien a unas cuantas cuadras se encuentran diferentes sucursales de los también tradicionales chocolates de la marca “Costanzo”.

Algo que en lo particular me gustó mucho es que, aún en domingo, el Centro Histórico puede recorrerse sin grandes aglomeraciones de gente, lo que no puede decirse de otras ciudades coloniales como la de Puebla, por ejemplo.


Como siempre, dejo aquí una pequeña galería de fotos que dan cuenta de la grandeza de esta ciudad del centro de México mientras saboreo un chocolate Costanzo para inspirarme un poco mejor a la hora de redactar este post. 












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