Perderte en el mar, que la llave de tu hotel nunca sirva
y visitar por la noche un antro tan grande como vacío son, supongo, cosas que
solo te pueden suceder cuando tienes 20 años. O 23 en este caso.
El asunto es que la accidentada visita a Ixtapa y al
cercano poblado de Zihuatanejo que hice con un par de amigos, allá por 1993,
tuvo como antecedente inmediato un tranquilo viaje familiar y dio pie, varios
años más tarde, a un fugaz escape romántico con una linda chica de Michoacán.
Hoy, me centraré en mi viaje con amigos, uno que nos
llevó del aeropuerto de la Ciudad de México al de Ixtapa-Zihuatanejo… con una
escala previa en ¡Puebla!
Supongo que comprar vuelos económicos, cosa que yo hacía
desde ese entonces, puede llegar a tener sus inconvenientes. En este caso, el
de volar de México a Puebla en una suerte de antro-avión, con las luces
prendiéndose y apagándose de manera intermitente, para después quedarnos cerca
de media hora en el aeropuerto de Puebla, que es donde en verdad el avión se
llenó.
Si a eso le sumas que al llegar a tu hotel tengas que
rogar para que te den (de mala gana) tu (asqueroso) coctel de bienvenida,
empiezas a sospechar que algo extraño está conspirando en tu contra.
Peor aún es cuando lo confirmas, cuando un pescador local
te ofrece conocer un arrecife cercano y una vez en el bote… ¡se pierde!... Dos
horas en el vaivén de un mar que parecía más un subibaja que otra cosa, solo
para que al final nos regresaran a la playa y únicamente nos pidieran una
propina.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgp4FGqjM1P2CCLVPaRnz99fFRYHyg_F2Iwo4oOC3DVTDHB1WiuJuQUEjHWgtiPDT0Ky9MlVX9d5c_jbqdkWszDsc3HPtL2-3xVGXChBOmfqwCODzudYeN7IfGyYedGXrEfWJVe24so38A/s320/ola.jpg)
En un viaje donde la llave electrónica de tu cuarto nunca
funciona (y que se ensaña cuando te urge ir al baño) o de plano te tropiezas
por la noche con unas ramas en la playa, es justo que haya algo bueno que
contar.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgWL_uqeHUBILPG1SUBQvKX7nXPRGiwQquKrBOlWu5Cew0J3vT_Ota7G7ELaDHuGjAbPpJJnj6ST-_Si6rkkDv5mjYNandMZFnZpUkB9l9Uphg-vX13XvwVZd7XqR8H92Oq4U-DsGhAfKw/s320/ria.jpg)
Pasos de baile por más de cuatro horas, un intento de
ligue no muy afortunado y el regreso al hotel trotando por la orilla del mar
dieron fin a una divertida experiencia de viaje con amigos, si bien el broche
de oro tuvo lugar en Zihuatanejo, en el entonces restaurante de moda “La Sirena
Gorda” y sus deliciosos tacos de mariscos, cuando este concepto comenzaba
apenas a gestarse y era apenas una novedad. Y la belleza de los arrecifes, los peces y los cactos de Isla Ixtapa (cuando no es temporada alta), atractivo al que vale la pena dedicarle todo un día.
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