La cascada Salto del Meco y su fascinante río color turquesa son dos bellezas naturales indivisibles que se complementan una a la otra para brindar a la vista un espectáculo maravilloso.
Admirarlas y bañarse en sus
aguas es posible de dos diferentes maneras. Como visitante, en la zona pública
contigua al río donde también es posible disfrutar de platillos y antojitos
regionales o contratar un relajante paseo en bote, así como en el mirador
municipal contiguo a la cascada. La segunda, como huésped del hotel Huasteca
Secreta Salto del Meco, que ofrece asimismo actividades recreativas y servicio
de restaurante.
Ambas experiencias son
recomendables y muy divertidas. Y aunque hospedarse en Huasteca Secreta no es
precisamente barato, la verdad es que vale la pena ahorrar un poco y quedarse a
dormir en uno de sus bungalows semi abiertos y escuchar por las noches el
lejano rumor de la cascada. También existe la opción de las llamadas Velarias,
algo así como casas de campaña gigantes con todas las comodidades para dormir
plácidamente. Eso sí, ninguna de las opciones de hospedaje ofrece WiFi ni
televisión, ya que el concepto implica desconectarse del mundo y conectarse con
la naturaleza.
Actividades como descender
en llantas pequeños rápidos o nadar por la noche bajo tablas con reflectores
son algunas de las opciones que se pueden contratar en la recepción del hotel.
Y llegar al restaurante es también un pequeño reto, ya que implica subir
escalones y escalones mientras se contemplan paisajes incomparables de la
rivera y la cascada.
Llegar no es complicado, pero sí puede ser muy cansado. Saliendo de San Luis Potosí, es posible llegar tanto en automóvil como en autobús teniendo como destino el pequeño poblado de El Naranjo. A partir de ahí, son 15 minutos de trayecto para llegar a la cascada Salto del Meco.
Mi esposa y yo nos la
aventamos en un autobús de Transpaís, que se fue puebleando durante 4 horas y
media, atravesando prácticamente el desierto hasta llegar a Ciudad del Maíz y
continuar por una carretera escénica cada vez más verde que en su tramo final
se torna tan majestuosa como tortuosa por la interminable cantidad de curvas
que se suceden una tras otra, llegando a marear a los más sensibles, sobre todo
en las subidas donde la selva pasa ante la vista de izquierda a derecha y
viceversa una y otra y otra vez.
Una vez en El Naranjo, se
puede tomar un taxi no muy barato que por 100 pesos lo lleva a uno hasta el
Salto del Meco.
Nos hospedamos en el segundo
piso de un bungalow llamado Corazón de Río Alto, a escasos pasos de la
recepción y del río y del columpio en el que uno puede mecerse sobre la rivera.
Más adelante, río arriba, están los escalones que conducen al mirador y al
restaurante, así como a un “trampolín” donde los más intrépidos pueden
aventarse un clavado.
La alberca es también color
turquesa y da el efecto de fusionarse con el río, tiene su pool bar y es
posible pedir algunos cocteles.
Mientras que las habitaciones semidescubiertas ofrecen, además, una experiencia única: la de bañarse al aire libre, ocultos únicamente por un pequeño cañaveral.
Mientras que las habitaciones semidescubiertas ofrecen, además, una experiencia única: la de bañarse al aire libre, ocultos únicamente por un pequeño cañaveral.
No creo necesario comentar
nada más, teniendo a la mano imágenes tan bellas como las que aquí les comparto
el día de hoy. HAZ CLIC https://www.youtube.com/watch?v=tpByCHd29T4
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