Trataré de no extenderme demasiado en un post que, por la
belleza misma del país del que estoy hablando, debe ser, sí o sí,
preponderantemente visual. Y ese país es Costa Rica.
Con una geografía donde caben todo tipo de
extraordinarios ecosistemas, donde puedes recorrer carreteras siempre verdes y
toparte con sol, lluvia y de nuevo sol en un solo trayecto, donde puedes encontrar
en tu camino coloridas flores, hojas de tamaños imposibles y plantas de forma
extraña y caprichosa. Además de fincas cafetaleras, cascadas, ríos, parques
nacionales donde la estrella es el Rain Forest, bancos de niebla, playas del Pacífico, playas caribeñas, tiernos perezosos en la copa de los
árboles, volcanes activos y aguas termales. Todo ello, junto, en un pequeño
país de Centroamérica que se caracteriza por no tener ejército y que contrasta
de cualquier forma posible con su vecina Nicaragua y su vecina Panamá.
Me cuesta trabajo decir qué lugar disfruté más. Sus
volcanes, serenos pero imponentes, están activos, si bien pueden visitarse. Y
sí, huelen a azufre, especialmente el volcán Poas. Sus gases y fumarolas, que
en ocasiones irritan los ojos, llegan a difuminar el paisaje y a desorientarte
en tu camino, aunque eso mismo es lo que lo vuelve tan misterioso como
surrealista.
Y es que no hay nada más bello que caminar entre suave
ceniza volcánica, admirando un paisaje que se transforma a cada paso por efecto
de las fumarolas y que parece ser modelado por el humo mismo.
No hay nada más bello que contemplar la lava de color naranja brillante
que escurre desde la cima del Volcán Arenal, mientras te bañas en las pozas y
cascadas termales del Spa Tabacón, rodeado por vegetación abundante y flores de todos los colores: rojas, amarillas, moradas.
No hay nada más bello que caminar por las playas de la
Isla Tortuga, disfrutar su arena blanca y sus aguas turquesas, nadar entre
peces de colores, alzar la cabeza para admirar la densa selva que parece
desbordarse desde la cima de la isla, además de las palmeras cocoteras que
acentúan esa imagen idílica de paraíso tropical.
No hay nada más bello que caminar entre bosques de niebla
y admirar cascada tras cascada en la ruta de La Paz o recorrer la selva por los aires en
una emocionante tirolesa, si bien lo más emocionante es hacer rafting en los rápidos del
río Pacuaré.
No hay nada más bello que sus fincas cafetaleras, sus
carretas policromadas, sus ríos de color celeste (literal) o sus playas de
arena negra, en este caso, Playa Tambor.
Por eso no quiero extenderme más. Tengo una deuda
pendiente conmigo mismo para regresar a Costa Rica y conocer todo aquello que
quedó pendiente: Corcovado, Braulio Carrillo, Monteverde, Manuel Antonio.
Mientras llega ese día, les comparto algunas imágenes de este pequeño pero
maravilloso país.
No hay comentarios:
Publicar un comentario