miércoles, 19 de septiembre de 2018

PUEBLOS DE PUEBLA: MAGIA POBLANA MÁS ALLÁ DE LA CAPITAL


Cierto, Puebla Capital y Cholula son dos de las ciudades más fascinantes del centro de México, pero es que Puebla, como estado, lo es.

La hacienda de Chautla, cerca de San Martín Texmelucan, es solo un ejemplo de las sorpresas que aguardan al viajero que se anima a explorar más allá de la ciudad capital. Una mansión palaciega a la orilla de un lago rodeado de bosques parece transportarnos a alguna pequeña provincia de Europa. La vieja mansión del alguna vez arzobispo de Oaxaca, Eulogio Gillow, de ascendencia inglesa, en cuya planta inferior hay un restaurante cuyo menú, en más de un 60%, se compone de truchas, truchas y más truchas. Bueno, en los postres no.

Pueblos Mágicos como el lluvioso Cuetzalan, con sus calles empedradas que le dan un aire antiguo, de leyenda o el pintoresco Atlixco, que recuerda en mucho al centro histórico de Puebla Capital y en donde es posible subir a la terraza del kiosco de su plaza central para tomar un café y ver pasar la tarde, ya que está convertido en una sucursal de la franquicia Italian Cofee.

Menos conocidos, pero con un encanto similar son los poblados, vecinos entre sí, de Chignahuapan y Zacatlán de las Manzanas. Gaspar Henaine, Capulina, es originario de Chignahuapan, si bien en el pueblo no parece importar demasiado. Destacan, por el contrario, su kiosco árabe policromado y su virgen gigante de 14 metros de altura, la de la Inmaculada Concepción, ubicada en el interior de la iglesia del mismo nombre, además de un balneario de aguas termales, muy famoso a nivel local, donde es posible bañarse a jicarazos, literalmente, con sus llamadas aguas curativas que si no curan, por lo menos queman. El balneario está ubicado en un enclave boscoso muy bonito y salir al aire libre después de un baño de aguas termales es la experiencia más refrescante que puede existir.

Hay también una laguna con su versión local de la leyenda de La Llorona y, por las noches, un bar campirano donde se bailan bien las gruperas, el BarZon.

Conocí todo ello al lado de una amiga y amistades suyas. Cinco viajeros recorriendo las accidentadas carreteras poblanas (literal), comiendo generosamente en los restaurantes de la carretera (si mal no recuerdo un mixiote de barbacoa de conejo o algo así) y conociendo solitarios y abandonados cascos de hacienda ubicados en medio de la nada.

Los familiares de uno de los amigos de mi amiga tenían un rancho en Chignahuapan y ahí acudimos en plan de visita familiar pero que aprovechamos para comer unos taquitos con mole (había fiesta y el consecuente mole poblano) y probar aguamiel virgen directamente de una penca de maguey.

Entre Chignahuapan y Zacatlán de las Manzanas se encuentra el Salto de Quetzalapan, majestuosa cascada rodeada de bosques y de un balneario familiar donde pueden comerse quesadillas, hacer días de campo o simplemente hacer un poco de senderismo.

Zacatlán de las Manzanas es, por su parte, una de las más grandes fábricas de relojes florales del país y eso incluye al del Parque Hundido de la Ciudad de México.

Por todo ello, afirmo que Puebla es mucho más que Cholula y la ciudad capital y bien vale la pena dedicarle una semanita. Una vez más, por ser viaje mochilero, les debo las fotos, pero prometo que a partir del próximo posteo nunca faltarán imágenes de apoyo y en algunos casos los videos correspondientes. A partir del próximo posteo nos volveremos más visuales.

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