La pregunta
inevitable que uno se hace al regresar a un lugar después de una larga ausencia
es: ¿realmente ha cambiado tanto?
Pregunta que parece haber sido mandada a
hacer para ciertos lugares.
Uno de ellos es Cancún.
La primera
impresión que tuve de Cancún, allá por 1989, fue esta.
Pero aún con
frío –cuando no llovía, claro- fue interesante conocer una parte del paisaje
del Cancún de aquella época, que sí era muy diferente al de nuestros días. Para
empezar, quedaba aún mucho manglar.
No es que actualmente no lo haya, pero se
deforestó de manera alarmante en los últimos veinticinco años.
Pude, en
consecuencia, hacer con mi familia un recorrido en bote por una extensa zona de
manglar y conocer después Plaza Caracol, el centro comercial más moderno de los
ochentas y que hoy palidece frente a casi cualquier otro, especialmente si
queremos compararlo con el de “La Isla”. No tengo fotos, pero pueden buscar en
You Tube un video de Timbiriche (Tú me vuelves loco) filmado en dicha plaza
para contrastar con los centros comerciales de hoy, si es que les gusta eso de
ir al Caribe para pasar el tiempo en tiendas y no en playas o cenotes.
En realidad,
Cancún es el destino del Caribe Mexicano que más ha cambiado en los últimos
años, como puede verse en la siguiente foto donde aparezco yo, a los 20 años,
junto a la Laguna Nichupté, parado en una amplia franja de césped que hoy ha
sido sustituida por edificios altos.
De más está decir que es imposible apreciar la laguna a primera vista. Pero volvamos a 1989 y a la visita que comenzó con una tormenta.
De más está decir que es imposible apreciar la laguna a primera vista. Pero volvamos a 1989 y a la visita que comenzó con una tormenta.
Afortunadamente,
el mal clima terminó pronto y pude conocer con mayor esplendor el acuario
natural de Xel Ha, mucho más rústico y tranquilo antes de que fuera concesionado
a la empresa de Experiencias Xcaret.
Si he de ser
justo, el entorno natural del Xel Ha actual no se percibe tan alterado (Xcaret
sí), pero sí está mucho más lleno, aún en temporada baja. Como alternativa, si
es que quisieran darse una idea de cómo era Xel Ha en los 80s, pueden conocer
la caleta de Yal Ku, en Akumal, otro acuario natural en muchos aspectos similar
a Xel Ha pero menos concurrido y con un costo de entrada promedio por persona
de 100 pesos, no de 100 dólares. Claro, no hay comida buffet pero, ¿quién la
necesita?
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhUGy7-BXZ-gVs8E4zo0P_CeztkQPO6HFBS5VnfhvbLjPIdQUBI1WpuInF8iV3uUmUufJ-hjgNhehykf8VFekitUfmTKH3UGmIzQo5sJ-O-3VGDLzNuRWu3h31_7d-pr9DAJKwDTc0cTwE/s320/tulum1.jpg)
Puede
apreciarse a simple vista que la ciudad maya de Tulum no es tan monumental como
otros sitios arqueológicos de la zona, concretamente Uxmal y Chichen Itzá, pero
esto se explica cuando nos enteramos que la mayoría de sus estructuras fueron
construidas cuando la época de esplendor maya ya estaba en retirada. Es
básicamente una ciudad del llamado Post Clásico Maya, a diferencia de las
otras, que son del Clásico.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiAePQ2MlrgzQ5UCB-eoogcGayJjgW1eC5Vi8CAKg2tGZr7Cr0lK8xcvGizz0Qj7uFg1YxmO-t2NfxL8Ep4em0QVRcGkXPZY7Demw6FtjMIUm-kq_nGibLdeRPPGgNgZ-fsRS4gzzEWB8w/s320/tulum2.jpg)
De ahí que mi
hermana y yo pudiéramos hacer un recorrido nocturno a la cercana Isla Mujeres
en plan fiesta tropical con fogata en la playa y toda esa ondita.
Y un
recorrido más calmado en un barco conocido como SubSea debido a que parte de su
estructura navegaba bajo el agua. Este último le encantó a mi mamá por la vista
de los peces y los corales desde las ventanillas.
El viaje
concluyó con la visita de la apacible Isla Mujeres y la salida desde una
rústica Playa del Carmen (rústica, tal cual) hacia Cozumel en una pequeña
avioneta cuyo motor sonaba de manera no muy diferente al de una moto.
Experiencia curiosa que nunca he vuelto a repetir y que resultó muy llamativa
por el hecho de apreciar desde el aire, pero a poca distancia, aquel tapete de
aguas turquesas desde las ventanillas y desde la cabina… tal cual, no había
separación alguna entre el área de pasajeros y la cabina de los pilotos.
Con playas un
poco más azules que turquesas, Cozumel tiene largas extensiones de arena blanca
para contemplar el mar caribe desde diferentes distancias y perspectivas, un
pequeño centro histórico bonito pero un tanto americanizado y muchos
restaurantes y bares para pasar el rato. A esas alturas y con la cartera un
poco agotada, terminamos por no salir más del hotel más que para visitar la
laguna Chankanaab, cuyo entorno era más natural que el de ahora y era posible
aún meterse a nadar en ella para apreciar una de las variedades de coral más
cercanas a la superficie. Precisamente se cerró al público para no deteriorarlo
más.
¿Antros en este
viaje? Sí y no. En aquella época aún se les llamaba discotecas y sí, visité una
de ellas. El nombre no lo recuerdo, pero contaba con una plataforma en la pista
de baile que subía y bajaba mientras bailabas, por lo que a veces estabas
arriba y a veces abajo. Y en plan familiar, fuimos a cenar al Mauna Loa de
Playa del Carmen, con show polinesio incluido.
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