Poco antes de que iniciaran los festivales anuales que
hoy caracterizan a la zona arqueológica totonaca de Tajín, en el estado de
Veracruz, el destino comenzó a tener una difusión mayor que la acostumbrada,
razón por la cual me dejé llevar por el deseo de hacer un viaje de fin de
semana, solo para conocerlo.
Y bueno, digamos que sí conocí Tajín… pero en una de sus
facetas más inesperadas.
La zona arqueológica estaba en obras de mantenimiento y
restauración, razón por la cual, los monumentos del sitio convivían alegremente
con zanjas en el suelo, zonas acordonadas, excavadoras, palas e instrumentos de
jardinería. Que por lo demás no estaban en operación por ser, supongo, fin de
semana. De ahí que un solo rollo de 35 mm para mi cámara me rindiera perfectamente,
con las 36 fotos que tomé del sitio.
Aun así, había silencio, no más de 10 visitantes
(realmente podías contarlos con los dedos) y sí, algunas de las estructuras
prehispánicas más imponentes del sur de México que por fortuna estaban abiertas
al público, modelando inmóviles para ser fotografiadas y videadas.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEid2n37pg00GlqXnijqGxrNKvahUXK9j8MVkTZ85Sgfwkc3tzZ03ZVclBSAM039b14ItOWvigdqT24b7tB1yenEXvgADlO-oCvF6tVKp6hugZfuIXPw4iVqTpTq4xV-yJkZvIfJt3y-cAQ/s320/tajin.jpg)
Tajín y la zona de Papantla son famosos, además, por dos
cosas: la vainilla y el tradicional ritual de los Voladores de Papantla, que
muchos turistas conocen hoy en día por haberlo visto representado en diferentes
destinos de la Riviera Maya. Pero el original está aquí y es, a la vez, un
espectáculo y un símbolo, el del viaje del sol desde su ascenso hasta su ocaso.
En aquel viaje, no hice base en Papantla (no lo conozco,
de hecho), sino en Poza Rica, pequeña ciudad que no me impresionó demasiado
salvo, quizá, por el hecho de que se desayunaba muy rico en sus fonditas, con
tortillas y frijolitos de la olla recién hechos.
Y de ahí, a la Huasteca Veracruzana, a conocer el
yacimiento arqueológico de Castillo de Teayo, que básicamente es un gran templo
edificado en el centro de un pequeño poblado y que resulta curioso, ya que
ocupa el lugar que en otros pueblos ocuparía la pequeña iglesia del centro de
la ciudad.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhk1RJKNUuTZ_lyikCmQHvjWG5RJsDwJ21EGwA2QN-45AIxp6ylW4LV-2Zs_wAPywT_1H6csajSn8CK7-QKIZAXT-0BBUdlOzhHoapEnjKY2mOe-7QG_NzssvWcR7AvL9NUrgTObTC_isQ/s320/teayo.jpg)
Y así, entre un camión que se desarmaba tan solo por
andar y un camino lleno de baches y de polvo, era común brincar del asiento una
y otra vez y, ocasionalmente, pegar con la cabeza en el techo del camión.
En contraste, los caminos y carreteras de Veracruz
ofrecen a la vista paisajes verdes únicos, desbordantes de vegetación y de
vida.
Fue este mi primer viaje en solitario. Un viaje que, sin
embargo, disfruté mucho y que me divierte contar, pues lo sigo recordando como
si hubiera sido ayer.
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