Mi primera
experiencia en Yucatán, antes de las haciendas y los cenotes muchos años
después, fue la de conocer a grandes rasgos la ciudad de Mérida y las dos
grandes zonas arqueológicas del estado: Uxmal y Chichen Itzá.
En parte bien
conservadas, en parte reconstruidas, estas dos ciudades mayas son
impresionantes por donde se le vea. Su grandeza arquitectónica, la riqueza de
detalles y el gran tamaño de sus monumentos te mantienen con la vista fija por
espacio de varios minutos después de haber tomado las fotos correspondientes.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhOBeigPWsIKfjpu8PoofLno6HgekbBgWCFuO_4rEb4qZmrq-13yogduzA8rC6vW3FCux97KYJke1WoO9OUECNxQkQBUMmedOxHiv_EY3LI05IBM0Gbd64yFNEjc02V6sKuF-3ENYBorhg/s320/uxmal.jpg)
La ciudad fue
construida en lo que se conoce como estilo PUUC, con muros lisos y frisos
ornamentados, y tiene estructuras en verdad majestuosas como todo el conjunto
del llamado Cuadrángulo de las Monjas con sus mascarones de Chaac, el dios de
la lluvia, además de su clásica cancha de juego de pelota y sus veredas blancas
o Saacbes.
Chichen Itzá,
de visita más relajada antes de convertirse en una de las siete maravillas del
mundo actual, es un recorrido obligado para todo aquel que visite Yucatán tanto
por su historia como por lo monumental de sus estructuras, incluyendo el famoso
Castillo (donde desciende la sombra de la serpiente en el equinoccio de primavera),
el Observatorio, el Palacio de los Guerreros y su Cenote Sagrado, el primero
que conocí, donde la gente no nada pero que tampoco invita mucho a hacerlo con
sus aguas verdosas oscuras.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgEo8NhldDPWQVz1P-BI__w-47WrOjK5cT7CxY6XitEWeNhYCYxNpjRMb0TlA7I7KQ64Y_-2vKfH8vn8ogRuxHaK9AZQ9kIq4GKvLVHJvSm50X9IebP84PmIr_rlQcACOgAM1o9VejsOJ8/s320/merida.jpg)
Sumado a esto,
un rápido tour guiado por la ciudad de Mérida, visitando de reojo la Catedral,
la casa de Montejo, el Parque las Américas, el Monumento a la Patria y el Paseo
de Montejo, para terminar en un restaurante tradicional (“Los Tulipanes”) que
no solo servía los antojitos y platillos tradicionales de Yucatán sino que,
además, ofrecía un espectáculo de trova yucateca y chistes tradicionales (las
famosas bombas) y podías caminar por un jardín que te conducía directamente a
un pequeño cenote que la propiedad tenía en su patio.
Años más tarde, regresaría a Yucatán para conocer la ruta maya o ruta Puuc, visitando zonas arqueológicas como Kabah (con sus mascarones de Chaac), Labná (con su arco monumental), Sayil (con su edificio de columnas), Dzibilchaltún (con su cenote, su Casa de las Muñecas y ese ventanal que marca la llegada de la primavera), así como las grutas de Loltún y la reserva de flamingos rosados de Celestún. Pero para eso tendrían que pasar no menos de seis años y otros tantos más para conocer Ek Balam, el Cenote Maya y el pueblito amarillo de Izamal. De momento, me quedo en Mérida, en la víspera de mi primer viaje a Cancún.
Años más tarde, regresaría a Yucatán para conocer la ruta maya o ruta Puuc, visitando zonas arqueológicas como Kabah (con sus mascarones de Chaac), Labná (con su arco monumental), Sayil (con su edificio de columnas), Dzibilchaltún (con su cenote, su Casa de las Muñecas y ese ventanal que marca la llegada de la primavera), así como las grutas de Loltún y la reserva de flamingos rosados de Celestún. Pero para eso tendrían que pasar no menos de seis años y otros tantos más para conocer Ek Balam, el Cenote Maya y el pueblito amarillo de Izamal. De momento, me quedo en Mérida, en la víspera de mi primer viaje a Cancún.
Al día
siguiente partiríamos al paraíso, al Cancún de los 80s, si bien mi primera
impresión no fue la mejor por el hecho de haber coincidido con la llegada de
una tormenta invernal. Pero de eso les hablaré la próxima semana.