La frase de “Paris siempre será Paris” es literal. Alguna
vez tuve la oportunidad de ver una vieja película de el Gordo y el Flaco
(Tontos de Altura, creo que era) que comenzaba ubicándonos en Paris mostrando
sus monumentos más icónicos: el Arco del Triunfo, la Torre Eiffel, Notre Dame y
algunos más, todo en blanco y negro y evidenciando trajes y autos de la época
(1939). Si viajamos al futuro, a los 80s, los autos cambian, la gente cambia,
pero Paris es siempre París, igual que lo es ahora, aunque las personas que hoy
caminan sus calles lo hagan con celular en mano.
Pero, así como París es París, los 80s eran los 80s y la
visión romántica de la ciudad, muy acorde a la cultura pop de la época,
acentuaba esa aura mágica que hoy permanece, aunque en reñida competencia con
otros destinos que no eran tan populares en ese entonces como ahora podría
serlo Praga, por ejemplo.
No entraré en pormenores sobre lugares que hayan estado
de moda en el Paris de aquellos años y que hoy ya no lo estén, por la sencilla
razón de que mi primera visita a la ciudad luz tuvo lugar en 1983, cuando yo
tenía 13 años. Pero la transformación de la infraestructura urbana es evidente,
treinta años después, en las periferias de la ciudad y en la zona de negocios
de “La Defense” más que en la zona más clásica y turística: la de los
monumentos icónicos por los que el tiempo no parece trascurrir.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgWpdRMMeU9yXF_GF2EQr6rJ3uq-I58h3ayKlxjGe06TqyzEJ3lRmlTtfdj3ZMjGDSOkaMmAUJgXhMbxrKAuOk6n7-xzKX0_Usga7B08Q65gzB35bAo8xqUUE1dlWY_fRUSlum-pAoa_mw/s320/IMG_20180510_000701.jpg)
Los parques, sean o no las Tullerías, son como tales un
ícono de la cultura parisina y los de Courbevoie eran bastante bonitos, con
veredas bien trazadas, jardines floreados, museos (recuerdo haber visitado uno
de ciencia y tecnología) y accesos al río Sena diferentes a los tradicionales
que visita uno como turista en el centro de Paris.
Conocí también un parque de diversiones ubicado fuera del
eje turístico tradicional, el “Jardín de Aclimatación”, un interesante parque
temático que en ese tiempo tenía laberintos, juegos de espejos cóncavos y
convexos y algunas más que no alcanzo a recordar. Lo cual implicó llegar en
metro y llevarme una primera impresión del aroma no muy agradable de sus
trenes. Más allá de eso, el sistema me pareció bastante rápido y eficiente. Y
no, no tuve que comprar abonos, tarjetas ni otras modalidades de acceso
(algunas de ellas no existían aun). Compré simplemente un boleto, aunque no
podría decir qué tan caro o barato era en relación a los del metro de la Ciudad
de México, pues eso ocurrió hace 35 años y el detalle no lo tengo claro.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgA2aW6de4B6QifFpyqlqcBCeLfSDtQmV7vpdf-RPHkf2uvP-AdmOvK-rekloxax7czqLpZL2GAHqC1qUKCh5M2RSQwsOCzBMTaOWNGGx_ouX84r8YNjM8aCMxVwf0C5ccKxREaOf15mNU/s320/IMG_20180510_000420.jpg)
Y bueno, evidentemente visité algunos de los sitios y
monumentos emblemáticos: el Arco del Triunfo, los Campos Eliseos, la Catedral
de Notre Dame y sí, la Torre Eiffel, siendo la primera y única vez que accedí a
ella. La razón es la misma que ahora: si no llevas un pase especial o las
entradas compradas por anticipado, debes hacer una fila de varias horas para
acceder, tan solo, al primer piso y de ahí para arriba por lo menos otras dos
horas. Recuerdo que el mirador superior me sorprendió por lo lleno que estaba:
cientos de personas abriéndose paso, casi que a codazos, en un espacio por
demás pequeño, tanto para asomarse en cada una de las cuatro direcciones como
para comer alguna típica crepa francesa.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjcS7w57MHTRZmKFWjyACPfGtaAtWcGUMc_lwhdgzwEzPv13uYqI2kkdOL0uolwK1CKTSA1RXayxpI9rNMBdGwRBZuXqBOpN8ycGbMcVRrBUu0wctXvS03SwtYJkBlzn32xS4bOaF_9s1Y/s320/IMG_20180510_000822.jpg)
No volví a salir del país por espacio de 16 años, pero la
vivencia de pisar un país extranjero quedó ahí, algo adormecida, hasta que tuve
la oportunidad de levantar vuelo nuevamente. Si bien tuve que esperar casi 30
años para regresar a Paris, aventura que relataré dentro de algunas cuantas
reseñas.
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