No tengo niños. Pero algún día lo fui. Y tu perspectiva
de un viaje es totalmente diferente a la que tienen los adultos que te
acompañan. Una visión más mágica. Más inocente. Más aún en los 70s y principios
de los 80s cuando nadie imaginaba que existiría Internet.
La mayoría de los viajes de mi niñez fueron a Veracruz,
todos en A.D.O. (la línea de “Autobuses de Oriente”), camiones que para nada
tenían las comodidades que hoy se acostumbran: cero aire acondicionado, cero
video a bordo y, en muchas ocasiones, cero baño. Si bien el último punto se
compensaba cada vez que el operador del autobús paraba en alguna caseta o para
comer en alguna fondita de carretera. Cero modernidad también, ya que a cada
acelerón el camión parecía estar a punto de desarmarse.
La historia del lugar era lo de menos, lo importante era
la compañía, la familia, la diversión y las sensaciones que el propio viaje te
aportaba. Desde el calor infernal de la terminal de autobuses y el humo de los
camiones invadiéndolo todo, hasta el calor húmedo que sentías al descender en
tu destino, la brisa del mar en el malecón y por la noche el aroma de los bien
llamados huele-de-noche, plantas aromáticas nocturnas.
Solíamos viajar a Veracruz cada fin de año y mis
recuerdos de niño, que inician a los 4 años, no antes, incluyen las corretizas
con los primos, los desayunos y cenas familiares, las animadas fiestas de fin
de año con foto incluida, el aroma del mar, el poderoso canto de los grillos e
incluso la presencia de las luciérnagas, tomando en consideración que aún había
mucho lote baldío.
Pero más allá del aspecto un tanto rústico que aún tenía
el Puerto en aquellos años, gran parte de la magia consistía también en no
llegar a los 10 años, en imaginar que los árboles podían llegar a cobrar movimiento,
que si cerrabas los ojos los camiones podían volar, que las nubes podían
descender para husmear entre las calles y que el mar podía albergar aún algún
tipo de criatura misteriosa. Por no hablar de la posibilidad de hallar un ovni
en el camino: eran los 70s pero el cine de Spielberg ciertamente ya estaba ahí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario